Aún no podía creer su situación actual. La que fuera su mejor amiga, la chica con la que compartía todos sus secretos, sus fantasías, estaba a punto de acabar con su vida.
Todo había comenzado esa misma mañana cuando por fin el hechizo de reducción de tamaño funcionó. Llevaba años intentándolo, buscando desesperadamente la forma de vivir su fantasía de ser diminuto y estar bajo el dominio de una mujer gigante. Fantasía que sólo conocía Lola, su mejor amiga y compañera de piso.
Habían pasado tardes enteras hablando de sus fantasías y sueños, los de Lola eran bastante normales para una chica de 25 años, pero Juan, que así se llama el protagonista de esta historia, se llevó una grata sorpresa al ver cómo la chica no se escandalizaba cuando le confesó su pequeño secreto, de hecho, le hizo gracia.
Era agradable tener a alguien con quien compartir esos sentimeintos, ese deseo de ser dominado por una mujer gigante; incluso Lola llegó a posar como gigante mientras Juan le hacía fotos desde debajo de un sofá, previa promesa de no 'subir' dichas fotos a Internet.
Pero todo había cambiado con el hechizo, de repente, Juan medía solo 5 cm de alto y un mundo de fantasías se hallaba por delante. Fue corriendo hacia la habitación de Lola, lo cuál le llevó como media hora en su tamaño actual, y pasó por debajo de la puerta.
Su compañera estaba sentada frente al PC, vestía una camiseta amarilla y unos pantaloncitos de pijama muy cortos, de color blanco; llevaba su corta melena castaña recogida en una coleta. Estaba descalza.
Juan se acercó rápidamente a Lola, gritando y haciendo aspavientos con los brazos para llamar su atención; finalmente, la chica oyó algo y se encontró con la sorprendente figura de su compañero de piso en el suelo alfombrado de su habitación.
Juan estaba increíblemente felíz, ahora podría satisfacer sus más profundos secretos contando con la ayuda de la única persona que los conocía. Pero su ánimo cambió de repente al ver la reacción de su amiga. Lola, después de estar unos segundos contemplándolo desde las alturas, miró su reloj y volvió a mirar hacia abajo.
Lo que vino a continuación pasó con gran rapidez, Lola cogió del suelo a su diminuto compañero y se dirigió a la cocina; Juan no entendía que estaba pasando, Lola no decía nada.
Lo dejó sobre la mesa de la cocina y empezó a remover cacerolas; cogió un paquete de arroz, aceite y uno poco de ajo y perejil.
Con cara de desconcierto, Juan vio como la chica empezaba a cocinar y se percató de que era la hora de comer. Un sentimiento de alivio recorrió su espina, por un momento había creído que ella...
Se sentó en la mesa y observó los ágiles movimientos de Lola mientras cocinaba el arroz. Tenía una figura perfecta, ni muy delgada ni rellenita, con una cara que aparentaba menos edad que sus 25 años.
Estaba perdido en sus pensamientos y no se dio cuenta de que Lola estaba a su lado, contemplándolo en silencio. Una enorme, pero delicada, mano surgió de repente y lo sacó de la mesa, luego fueron hasta dónde se encontraba haciéndose el arroz. Lola lo acercó a su cara y por fin habló “Lo siento”, es lo único que dijo, y lo echño dentro de la humeante cacerola.
El dolor era increíble, intolerable; Juan gritaba desesperadamente, pidiendo ayuda a su amiga, que lo observaba desde las alturas con mirada curiosa. Aunque no fueron más que un par de minutos, para el pequeño hombrecillo fue todo un infierno.
Seguía vivo cuando Lola sirvió el arroz en un plato y fue al salón para comer viendo la TV.
Desde el plato, rodeado de arroz con especias, Juan observaba como su amiga iba reduciendo la, para él, montaña de granos blancos de su alrrededor. A pesar del horror de su situación, no podía dejar de pensar en lo hermosa que era Lola.
Por que no haces una historia ss, soft vore?
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